Daniel Rangel Barón: el poder de la mente sobre el cuerpo |
Según la Sociedad Mindfulness y Salud de Argentina, el mindfulness, también conocido como “atención plena”, “atención consciente”, “presencia mental”, “presencia plena”, “conciencia plena”, o “conciencia abierta”, es la capacidad humana básica para poder estar en el presente y recordar constantemente que allí se está, es decir, la capacidad para volver y permanecer en el aquí y ahora, ¿cómo beneficia esto a la mente?
Durante los últimos 30 años, la práctica del mindfulness ha dejado de ser sólo religiosa. La medicina y la psicología de Occidente experimentan sus beneficios en pacientes no sólo para reducir de manera efectiva el estrés y la ansiedad, sino para reducir las molestias/dolencias físicas, el dolor crónico y otros síntomas ocasionados por estados mentales/emocionales y así aumentar la sensación de bienestar general.
Esto es posible gracias a la premisa básica del mindfulness: atender y reconocer lo que está sucediendo (pensamientos, emociones, sensaciones corporales, entorno) mientras está sucediendo, aceptando el fluir de la experiencia tal cual se está produciendo, es decir, relacionarse con la experiencia de manera directa y consciente con interés, curiosidad y aceptación.
Parece una práctica sencilla, sin embargo, la tendencia de los seres humanos es emplear gran parte de sus pensamientos del día al pasado (recuerdos, lo que ocurrió) o al futuro (planes, lo que probablemente ocurrirá) y no prestar la debida atención a las situaciones del presente, en consecuencia, comenten diversos errores en el manejo de situaciones que terminan desencadenando emociones y pensamientos negativos difíciles de controlar.
De manera que trabajar con la consciencia real del desafío del momento permite desarrollar una mayor capacidad de discernimiento y compasión que redimensiona la toma de decisiones, haciéndola mucho más acertada. Así pues, se logra vivir de manera plena, adaptado a la realidad y, a la larga, esto se traduce en equilibrio de cuerpo, mente y espíritu.
Por: Daniel Rangel Barón
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